Hace 15 años me arrebataron un pedazo de mi alma…
Cuando Tita Anita partió sabía que nada volvería a ser igual…
El tiempo pasó y nunca he dejado de extrañarla, pero de alguna forma el aun tenerte a vos reconfortaba mi corazón al tiempo que me llenaba de un temor mayor. Miedo a ese día donde tendría que perderlas a ambas y entonces, ¿cómo se vive en un mundo sin abuelitas?
Hace unos días, mientras acariciaba tu rostro en esa fría, muy fría, sala de hospital pensaba en todo el tiempo perdido, en todas esas veces que dije que iría a verte y no lo hice, en los fines de semana en que me consumió las ocupaciones y no estuve contigo.
Ahora estaba ahí pero ya no podías mirarme. Estaba a tu lado pero ya no podías responderme, aunque mi corazón mantenía la esperanza que lograras escucharme.
Te vi ahí y no solo veía la belleza del amor reflejado en ti, sino que vi a mi mamá y me vi también a mi. Nunca antes había notado lo mucho que nos parecemos y entonces, de pronto tuve un encuentro con mi pasado, con mi origen, con lo que soy.
Quiero decirte que por un instante quisiera devolver el tiempo, arrancarme este dolor y que esos recuerdos que hoy rondan mi mente cobraran vida. Solo un instante, un instante para decirte cuanto te amo, lo agradecida que estoy por esos días en que sé que disfrutabas de un partido de la Liga solo para comentarlo conmigo. Por las muchas veces en que no te separaste del televisor solo para verme, porque sin que lo supieras, me llenaba de felicidad el pensar que podrías estar orgullosa de mí.
A todo eso me aferro hoy, mientras mi corazón se enfrenta a la realidad que la vida es frágil y que algún día te tendré que dejar ir.
Por ahora, solo pido a Dios Todopoderoso que no estés sintiendo dolor y que el cielo se abra para ti en el tiempo perfecto, para que llegues a la meta y seas galardonada por tu entrega, amor y por el legado que nos has dejado.
Y aunque es difícil decirlo…Vuela tita, cuando estés lista y así lo quieras, vuela alto…
Ya todo lo has hecho y lo hiciste más que bien.
Y aunque mi corazón se quiebra mientras escribo estas líneas, sé que no debo ser egoísta y que algo mucho mayor te aguarda y entonces, pronto nos veremos de nuevo y podré decirte una vez más, Te Amo Abuela Fela.
Me hará fuerte el saber que el corazón de las abuelas tiene un lazo indestructible que lo une al de sus nietos y que nos mantendrá unidas para siempre.